domingo, 16 de mayo de 2010

LA ADMISIÓN!!!












el momento de la comunión















el momento del interrogatorio












el momento del "Ecco mi"













ayer, en el ensayo

ECCO MI…

Por la Diócesis de San Vicente, El Salvador: Rivas Mercado, Reynaldo Antonio, dijo el diácono con voz clara después de la homilía. Era el llamado para la Admisión como Candidato a las Órdenes Sagradas.

La noche de ayer, sábado, se me hizo corta: después de la cena tuvimos el ensayo de la ceremonia litúrgica que concluyó con adoración al Santísimo y bendición. En seguida, el trabajo en sacristía sería arduo: eran las 11:30 pm y apenas estaba terminando de preparar todo lo necesario con el grupo de sacristanes. Al llegar a mi habitación creí poder dormirme de inmediato, pero la emoción seguía creciendo que – creo – me quedé dormido solo después de la 01:00 am.

Hoy, Domingo, 16 de Mayo de 2010, a las 5:45 am sonaba la alarma de mi reloj: me levanté súbitamente, hice la ducha y me fui a Capilla. La emoción es grande…. Trato de hacer mi meditación que se interrumpe con una sonrisa ante el Señor, sonrisa agradecida y, quizá, también temblorosa, pero comprometida. No pude más que decir: Gracias Señor, heme aquí, Adsum Domine!

07:10 am: debo revestirme… me pongo el roquete sobre la sotana… wow! Qué emoción! Nos preparamos a la procesión de entrada.

07:20: suena la campanilla en Sacristía… se abre la celebración. Comenzamos a avanzar hacia el altar de dos en dos (28 en total), al momento que el órgano con júbilo sonaba las notas de “El Señor es mi fuerza, mi roca y salvación” y el coro desgarraba sus voces a las que muy emocionado unía la mía. Al momento de subir al presbiterio para hacer la genuflexión, justo en ese momento, el coro cantaba: “Tú me das el valor para la lucha sin miedo avanzaré”… y subí al presbiterio...; hice genuflexión regresé al lugar que me correspondía.

Cuando la procesión hubo llegada toda al altar, los sacerdotes lo besaban y tornaban a su sitios, Mons. De Magistris deponía la Mitra e incensaba el altar, yendo después a la Sede desde donde presidía. Se sucedieron los ritos iniciales que concluyeron con la oración colecta, propia de la Solemnidad, abriendo paso a la Liturgia de la Palabra: el relato de la ascensión de los Hechos de los Apóstoles, la segunda lectura de San Pablo y el Evangelio según San Lucas nos invitaron a meditar sobre el misterio de la solemnidad que hoy celebramos: La ascensión de nuestro Señor; misterio que Mons. De Magistris expuso durante la Homilía, en la que nos invitó a no quedarnos mirando hacia el cielo, que aun no era el momento, que primero fuéramos a laborar para meritar y alcanzar ese cielo que el Maestro se ha ido a preparar.

Después de la Homilía tiene lugar el rito de Admisión.

Ecco mi (Presente) fue la respuesta que dije cuando escuché mi nombre. Ecco mi, habían dicho mis compañeros que habían sido llamado antes que yo. Ecco mi fue también mi respuesta y nos pusimos en pie. Cuando todos fuimos llamados, pasamos al presbiterio, delante del Obispo e hicimos una reverente inclinación.

“Queridos hijos – dijo Mons. De Magistris – los pastores y maestros responsables de vuestra formación, y todos los que aseguran conoceros, han dado de vosotros un informe favorable, del cual nos fiamos plenamente”

- ¿Queréis, pues, como respuesta a la llamada del Señor, completar vuestra preparación, de manera que lleguéis a la aptitud necesaria para recibir, a su tiempo, el ministerio en la Iglesia, por medio del Orden Sagrado?

- Sí, quiero, respondimos todos personalmente.

- ¿Queréis formar vuestro espíritu de manera que seáis capaces de servir fielmente a Cristo, el Señor, y a Su Cuerpo, que es la Iglesia?

- Sí, quiero, volvimos a afirmar…. Y lo dije con tal emoción que la voz se me quebraba. Mientras el Obispo agregaba:

- La Iglesia acepta con alegría vuestro propósito. Dios lleve a buen fin lo que él mismo ha comenzado en vosotros

Después, en unión con toda la Iglesia, el Diácono hice la “oración de los fieles” que el Obispo concluyó con una oración de bendición sobre nosotros. Después regresamos a nuestros sitios.

“Hoy sí Señor, aquí me tienes…” era lo único que podía repetir.

En el momento del ofertorio el coro cantó: “E sarò pane, e sarò vino, nella mia vita, nelle tue mani; ti accoglierò dentro di me, farò di me una offerta viva, un sacrificio gradito a te…” (y seré pan y seré vino, en mi vida, en tus manos; te acogeré dentro de mí, haré de mi una ofrenda viva, un sacrificio agradable a Ti…) y yo lo hacía mío. Siguió la Liturgia Eucarística, comulgamos bajo las dos Especies y, mientras comulgábamos, el coro entonaba: Saldo è il mio cuore Dio mio… con Te noi faremo cose grandi, con Te noi convertiremo il mondo… (firme está mi corazón o Dios mío… contigo nosotros haremos grandes cosas, contigo nosotros convertiremos el mundo…) y me decía a mi mismo: Contigo, solo contigo, solo con Él… porque de lo contrario no podré.

Los ritos conclusivos cerraban la celebración eucarística. Salimos en procesión y, ya en el Holl (en el “corredor del Seminario”) hicimos una corona en torno al Obispo e hicimos “La Foto Oficial”. Se sucedieron abrazos y felicitación por parte de los compañeros y las fotografías etc. Después pasamos al comedor para el desayuno. Nos quedamos todos los salvadoreños en una misma mesa para compartir. Con nosotros estuvo también el P. Ramón y el P. Simeón, de la arquidiócesis; además unos Hermanos Legionarios: Thomas Flynn y Mitchell Jason.

Ha sido tan emocionante. Estoy muy agradecido con Dios, con la Iglesia, con mi Obispo y los formadores por admitirme como candidato a las Sagradas Órdenes: es un don y una tarea, un compromiso de mas entrega – respondiendo a las interrogantes que el Obispo nos hizo – entrega incondicionada.

Aquí estoy, Señor, Ecco mi, Signore; Adsum Domine…

sábado, 1 de mayo de 2010

BIENVENIDOS!!!

Estando aun en este tiempo de Pascua, aprovecho la ocasión para saludarles y expresarles un cercano saludo de Pascuas de Resurrección. Que la experiencia de los Apóstoles impregne también nuestra vida y podamos decir también, nosotros, con ellos: «Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos mirado bien , y nuestras manos han tocado de la Palabra de vida; porque la vida es manifestada; y también lo vimos, y testificamos, y os mostramos aquella vida eterna, la cual estaba con el Padre, y nos ha aparecido; lo que hemos visto y oído, esto os anunciamos…» (1Jn 1,1-3)

Bienvenidos a este sitio. Que sea de utilidad para quien lo visite.